Cuento de Navidad, la fábula contra la explotación laboral peruana.

 La gran literatura se impone por su inédita manera de iluminar la condición humana. Y es por ello que, desde su publicación en 1843, el popular Cuento de  Navidad, de Charles Dickens, definió la manera en que celebramos las fiestas pascuales. En su tiempo, rompió con la tradición puritana británica proponiendo una fiesta basada en el cariño y la generosidad. Y a lo largo de los años, ha saltado las páginas literarias para instalarse en la cultura popular, sea en obras de teatro, clásicos de cine, la televisión y hasta en parodias de los Simpson.

Es la historia del viejo prestamista Scrooge, mezquino y cascarrabias, quien espera la visita de tres fantasmas: el espíritu de la Navidad pasada que le mostrará su infancia y su amor perdido, el fantasma de la Navidad presente, que le enseña el valor de personas que no merecen su desprecio y, el de la Navidad futura, aparición que le permite atisbar la inminente soledad y muerte. Pero la fantasía esconde una denuncia social: “Cuento de Navidad” puede leerse también como una denuncia sobre el hostigamiento laboral, al mostrarnos como Scrooge obliga a Bob Cratchit, su dependiente, a trabajar en las peores condiciones, escatimándole hasta el carbón de la calefacción. Como Emile Zola en Francia, al autor de “Oliver Twist” nadie tuvo que explicarle lo que era la miseria. A los 12 años, trabajó en una fábrica de betún y poco después visitó a su padre en prisión, condenado por deudas impagas. Se dice que Karl Marx comentó alguna vez que el autor británico había proclamado más verdades de importancia social y política “que todos los discursos de políticos, agitadores y moralistas juntos”.

Esperando un milagro

Siendo Scrooge la personificación del capitalismo desbocado, obsesionado por el lucro, este no será un análisis literario. Acorde con los tiempos de crisis, decidimos dar a leer el cuento de Dickens a dos especialistas en derecho laboral. Así, para el abogado Jorge Toyama Miyagusuku, Profesor Principal en esta materia por la PUCP, las novelas del autor británico son un retrato cabal de la realidad de su tiempo. “No había leyes que cautelen los derechos laborales ni menos una ‘Sunafil’ que proteja a los trabajadores, mujeres ni niños. Era “normal” que se trabaje hasta 16 horas, no había domingos de descanso ni protección contra enfermedades, ni seguros médicos, de jubilación o accidentes. El “derecho” laboral era solo recibir un salario”, afirma.

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